jueves, 23 de junio de 2011

Consecuencias


1.- Hace unas semanas conocí a Casimiro en la consulta. "88 años..." pensé. Casimiro venía a "hacerse las pruebas de la anestesia" para una intervención menor, normalmente sin consecuencias. Y aunque lo más probable es que todo vaya bien, toda precaución es poca antes de iniciar un vuelo, así que solicité unas pruebas previo a dar el paso definitivo.
2.- Hace dos días Casimiro viajó con su hija en el coche desde su pueblo, a unos cuantos kilómetros de distancia, a realizarse una de las exploraciones que solicité. En el viaje de vuelta el coche sufrió una avería, nada importante, pero tuvieron que dejarlo en el taller.
3.- Dani, su nieto, trabaja en una asesoría. A la espera de poder comprarse un coche usa el de su madre para desplazarse. El día de la avería había quedado a cenar en la ciudad. Como pasa en ocasiones, Dani llamó a algún amigo para que le recogiera al salir del trabajo.
4.- Cuando recogí a mi amigo Dani en casa de sus padres Casimiro estaba sentado en la terraza, leyendo "El asedio"...

Después de entrelazar la historia caí en la cuenta de algo que suele pasarnos desapercibido: nuestros actos acaban cambiando las vidas de la gente que nos rodea e incluso van más allá de lo que pensamos. El efecto mariposa: el pedir una prueba a un paciente me acabó llevando, de algún modo, a ese mismo paciente.
Seguramente, de todos los amigos, debía ser yo el que recogiera a Dani.

PD: Feliz noche de San Juan

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